TE CUENTO DONDE NACEMOS

Hola, mi nombre es Jessica y soy la fundadora de esta comunidad. Todo esto nace desde los obstáculos que comencé a vivir después de convertirme en mamá de un niño con TEA.
Mi hijo se llama Mateo, hoy tiene 10 años. Y puedo decir que, gracias a que me salí de lo establecido, desafié y cuestioné a muchos profesionales en la materia, mi hijo hoy tiene una vida llena de posibilidades y puede realizar cualquier actividad que sea de su interés.
Pero hubo un tiempo en el que... cada noche me acostaba a dormir con mil preguntas que ningún profesional era capaz de contestar, y aquellas que eran respondidas siempre resultaban inciertas o negativas.
Llevaba a mi hijo a terapia y no había avances.
Las terapeutas asignadas trabajaban con él a desgana, por no ser dócil, y nos miraban con lástima, como si aquello llamado autismo nos hubiera tocado por un golpe de mala suerte y debíamos resignarnos. Nos decían que aceptar que objetivos como hablar o ser autónomo sencillamente no pasarían, y que nosotros, como padres, debíamos aceptarlo y dejar de cuestionarlo todo.
Mi hijo entraba llorando a terapia y, quince minutos después, su terapeuta lo sacaba de la sala y nos lo regresaba indignada porque Mateo había lanzado los encajables directamente a su cabeza.
Así que nos metieron en la cabeza la idea de la posibilidad de un déficit intelectual, además del TEA.
Para ellos, Mateo no hablaría y era un niño con mucha agresividad. Creo que no pueden llegar a ser conscientes de lo que ocurre en el interior de una madre o un padre cuando sueltan algo semejante.
No todo fue malo en este centro. Había personas con mucha vocación y dedicación que intentaban que Mateo avanzara, pero, lamentablemente, sus conocimientos sobre autismo estaban obsoletos y cada solución que proponían para cada situación empeoraba el proceso. Y, como no funcionaba, la culpa total y absoluta era de la familia, que no lo estaba haciendo bien.
Este tipo de actitud para conmigo y muchas familias, en su momento, me llenó de dolor y rencor, entre otras cosas... Hoy lo agradezco, porque fue aquello lo que encendió la llama del desafío en mi interior.
Me llevé a Mateo a otros centros, pero también los terminaba descartando porque no había avances, ni compromiso, ni dirección.
Fue entonces, y solo entonces, cuando decidí empezar a formarme. Empecé a aprender el porqué de muchos de los comportamientos y cómo trabajarlos, como, por ejemplo, que lo que hacía que Mateo tuviera un comportamiento agresivo era una sobrecarga sensorial y no agresividad, como me habían hecho creer.
Pero toda la información de valor venía de fuera y era realmente costosa. Con mucho trabajo conseguimos acceder a ella, y así se hizo la magia: llegamos al centro con la terapia adecuada y con el conocimiento de que, sin ninguna duda, era la adecuada.
Nos formaron para acompañar a los terapeutas y ser terapeutas de nuestro propio hijo en su ausencia. Nos enseñaron estrategias que funcionaban desde el primer momento, nos dieron fechas para alcanzar objetivos y, lo mejor de todo, es que se cumplían.
Mateo empezó a hablar y, no solo se descartó la posibilidad de un déficit intelectual, sino que también descubrimos que era un niño altamente inteligente, sensible y empático.
Me sorprendió tanto todo lo que estaba aprendiendo que fui más allá y amplié mi formación.
Y aquí, en este punto donde yo empecé a disfrutar el proceso, caí en algo que me rompió por dentro.
Primero, que las personas de habla hispana vivimos a años luz de mucha información. Pero, sobre todas las cosas, fue la injusticia de la falta de posibilidades en la gran mayoría de familias.
Una familia con un sueldo base, que tiene que mantener una casa y que tiene otros hijos, tiene poca o ninguna accesibilidad para que su hijo tenga una vida plena.
Muchas formaciones requieren de mucho tiempo y dinero, y las terapias a las que accedió Mateo son difíciles de encontrar, además de que también tienen un costo muy alto.
Yo tengo un grave problema con las injusticias, así que dije, una vez más: voy a desafiar el sistema. Y creé estas formaciones, donde se trabaja con los padres y se les guía para que puedan tener la posibilidad de conseguir objetivos notables en sus pequeños, pero grandiosos, niños.